Te amaremos hasta que nuestro corazón deje de latir

27 de abril de 2012

Atraccion Prohibida


Capitulo 1: comenzando
Bella P.O.V
Estaba muy emocionada, y como no estarlo, si hoy era ¡mi primer día de trabajo! Aunque claro, batalle mucho para que mí ahora jefe Edward Cullen, me diera el trabajo.
Flash Back
-¿Qué estudios tiene señorita Swan?
-Pues vera, tengo la maestría de literatura, hablo ingles, francés e italiano….
-¿Edad?
-¿Perdón?
-Su edad
-Ah… pues yo… dieciocho
-Es muy chica para el trabajo, creo que...
-No señor Cullen- suplique- Necesito e trabajo y vera que puedo llenar todas las expectativas
-De acuerdo Swan, comienza el lunes
Fin Flash Back
Así que, señor Cullen, verá que yo, tengo las capacidades para este trabajo. Pero por un lado tenía razón, apenas tenía dieciocho años, y era inexperta, más bien, no sabía nada, pero por algo se comienza ¿No?
Rápidamente me desperece, y me metí a bañar, el agua caliente corría por todo mi cuerpo, haciendo que me relajará y me sintiera mucho mejor. Cuando salí de la ducha me puse el vestuario que tenía preparado desde hace días para mi primer día de trabajo, constaba de una falda negra hasta las rodillas, camisa blanca con cuello en forma de "v" y mi saco negro acompañado de zapatillas sencillas.
-¡mama! Ya me voy, nos vemos de rato- dije saliendo a toda prisa de la casa, no quería llegar tarde
-¡Suerte!- me contesto
Tomé el primer taxi que iba por la avenida, y un poco alborotada, le di la dirección de mi nuevo lugar de trabajo. Era una empresa enorme y muy importante llamada Cullen & Asociados, yo ahí, desempeñaría el papel de secretaría. Una vez fuera del taxi, observe aquel edificio enorme en donde dentro de diez minutos desempeñaría mi primer trabajo, estaba emocionada y a la vez asustada.
Respire profundamente y entré.
-Buenos días señorita Swan- me saludo mi nuevo jefe. Edward Cullen
-Buenos días señor Cullen- dije un poco nerviosa
-Solo dime Edward- se carcajeo de una manera tan hermosa- No estés nerviosa.
Mi nuevo jefe, era un dios griego personificado, guapo, alto, cabello de un color extrañamente cobrizo, rebelde, ojos esmeraldas, delgado y con un físico impresionante. ME hizo pasar a su oficina, y me explico mi nuevo desempeño. Y cuál fue mi sorpresa al saber que él, me había nombrado su asistente personal. Esto fue raro para mí.
"¡Vas progresando en tu primer día Bell's!" me dije mentalmente
Me dio un tour por toda la empresa, en realidad era más pequeña de lo que yo imaginaba, solo que se encontraba en un edificio de la misma, pero con muchas otras direcciones y departamentos dentro de ella. Me presento a los demás empleados, y fue fácil aprender los nombres de algunos.
-Bueno, Isabella, este es tu escritorio- dijo señalando uno frente a su oficina con paredes de cristal- si necesitas algo avísame ¿De acuerdo?
-Si Edward, lo que diga
-De acuerdo, estaré en una junta, tardare dos horas mínimo, si hay llamadas anótalas
-Si señor Cullen
Cuando Edward se perdió por aquel pasillo, me senté en el escritorio, y comencé a acomodar las pocas cosas que había ahí, unos lapiceros, marcadores, una grapadora, la computadora, una perforadora y cosas sin importancia. Pensé que sería un buen día, pero para mi suerte –que siempre me abandonaba- no había nada que hacer en toda la santa mañana.
Edward llevaba más de cinco horas en la dichosa junta, yo, aplastada en aquel escritorio nuevo, mientras que unas cuantas mujeres de ahí, cuchicheaban a mis espaldas. Estaba jodida.
-Yo que tú me compraría una agenda y unas cuantas cositas- dijo una voz femenina a mi lado
-Oh, sí, lo sé, pienso comprarlas una vez que salga de aquí-conteste
-Un gusto-dijo extendiendo su mano- Soy Leah Clearwater
-Bella Swan, un placer
Leah, era una chica más o menos de veinticinco años no más, cabello negro, lacio y corto hasta la altura de los hombros, ojos cafés obscuros, delgada, de tez morena y un impecable sentido del humor. Bueno, al menos mi día iba mejorando, ya tenía una amiga. Leah me platico desde cuanto tiempo tenía trabajando aquí, quienes eran las chismosas, arrastradas, y cosas por el estilo de estas instalaciones.
Por lo que platique con ella y por lo que me contó, ella era al igual que Ángela –la recepcionista según me dijo- muy tranquila, no se metía con nadie y nadie se metía con ella. Por lo que también me conto ella era la asistente personal de Jacob Black, uno de los socios de mi jefe.
Y además de ser su asistente, ella y Jake –como decía Leah- eran muy buenos amigos
-Wooow, en verdad, que bueno que tengas una relación tan buena con tu jefe- comenté
-Sí, lo sé, aunque con Edward es muy diferente
-¿Por qué?
-Pues… él es más serio, dentro del trabajo te trata como lo que eres, y fuera del él, como una persona más o como su amigo o lo que quiera que seas de él
-Ah…- volví a preguntar-Por cierto ¿No has visto al señor Cullen?
-¿Te dijo que iría a una junta?
-Emm-dude- sí, claro ¿Por qué?
-Bueno, para el señor Cullen "ir a una junta –dijo entre comillas imaginarias- Es ir a ver a su amante.
-El señor Cullen…- deje sin completar la frase
-Si bueno, ¿Vamos por un café? –Dijo consultado su reloj- Es la hora del almuerzo, tenemos una hora
-Claro, vamos- contesté
Salimos de la oficina y fuimos a la planta baja del edificio donde se encontraba un restaurant, propiedad claro, de Cullen & Asociados. Una vez sentadas comiendo el almuerzo, reiniciamos de nuevo la plática
-Así que…- soné casual- ¿El señor Cullen…?
-Si- contestó divertida Leah- Verás, aquí todos, y cuando digo TODOS los jefes me refiero a todos, tienen esposas, incluyendo a mi amigo Jake; pero de todos los jefes, la gran mayoría tiene amantes –se acerco un poco más y comenzó casi a susurrar- la amante de Edward, es una chica de aquí mismo, es la secretaria del padre de Edward, el señor Carlisle Cullen, la perra que te digo, se llama Tanya….
-Wooow, que loco- contesté incrédula
-Si, otra persona que tiene amante, es Jasper Hale, otro asociado de los Cullen, está casado con su nefasta esposa María, pero él tiene sus quereres con una licenciada llamada Alice Brandon; eh infinidades de historias hay en esta empresa.
-¿Y tu como sabes tanto?- le reté
-Pues, porque, soy la "confidente oficial" de todas las mujeres de aquí; bueno- pausó- menos de la perra de Tanya, ella solo lo grita a los cuatro vientos.
-¿La odias?- pregunté
-No, solo me cae mal por su actitud, no conoce el pudor, y se cree con autoridad, por ser la amante del señor Cullen.
-¿Y quién es la esposa de Edward?- pregunte con más curiosidad
-Pues, no eh tenido el gusto de conocerla, pero Jake, dice que se llama Elizabeth, y que es una mujer increíble, y que no merece el trato que tiene por parte de su esposo, bueno sabes a lo que me refiero.
-Sí, lo sé
-Pero te diré algo Bella- cuando llego una señorita a levantar nuestros platos, yo pedí la cuenta, y cuando se iba Leah reiniciaba la plática- Nadie, nadie, se salva de estar metida en esos embrollos.
Eso me sonó a advertencia, y por lo que pude ver, en sus ojos cafés, note como un deje de tristeza y decepción, los inundaban, pero claro, disipo esos pensamientos que la abrumaban para mostrarme una sonrisa.
-Lo tendré en cuenta- contesté
-Ahora que sabes casi todo, te sugiero que te andes con cuidado de Tanya
-Lo haré. Creo que me odiaras por ser la asistente personal de su "hombre"
-Exacto
Nos quedamos un rato más platicando en el restaurant, y después regresamos cada quien respectivamente a sus escritorios –nos encontrábamos a lado- cuando llego el señor Cullen, no tuve tiempo ni de respirar, me traía de un lado a otro, me llevaba a sus juntas, me pedía que si el café, que si esto, que fuera entregar papeles, Isabella aquí, Isabella allá, etc.
Cuando el reloj de mi muñeca marco las siete de la noche, por fin, respire tranquila, ya que la jornada de trabajo había terminado. Todos se comenzaron a ir desde las seis y media, pero solo unos cuantos se quedaban hasta las siete; como era Leah y Edward.
-Isabella- me llamó Edward por el interfón- pasé a mi oficina
-Si señor Cullen- contesté
Apague el equipo y guarde las pocas anotaciones que había hecho durante el resto de la tarde, cuando dejaba todo listo, pude ver como Leah me hacía señas de que me esperaría, yo solo articule un "gracias" y entre en la oficina de Edward.
-Isabella….-comenzó- ¿O prefieres Bella?
-Como guste Edward- le respondí
-De acuerdo… Bella, tome asiento
Hice lo que me pidió y me observaba minuciosamente
-Bueno, pues en este primer día de trabajo quiero decirle, que me ha sorprendido, nadie, ninguna de mis antiguas asistentes, me pueden llevar el ritmo, por eso cambio cada dos meses, o menos tiempo- hizo una pausa y continuo- muchas felicidades Bella, se queda con el puesto, de asiste personal, la espero mañana.
-Gracias Edward, aquí estaré- dije con una sonrisa en los labios- Buenas noches
-Hasta luego Bella
Cuando salí de la oficina, busque a Leah y al no encontrarla, decida irme de la oficina, una vez abajo la pude ver sentada en la recepción platicando amenamente con Ángela, la otra chica, cuando llegue no pude evitar saltar de emoción y abrazarla.
-¡Me felicito! ¡Me quedaré con el puesto!
-¡Qué bien Bella! ¡Felicidades!- dijo correspondiendo mi abrazo- Oh, mira, ella es Ángela Weber,-dijo señalando a la menuda chica- Ángela ella es Bella Swan
-Un gusto- dijo tímidamente
-EL gusto es mío.
Saliendo del edificio decidimos ir por un café a una cafetería que se encontraba cerca, después de platicar mucho tiempo con ellas, nos habíamos hecho amigas las tres, Ángela tenía un increíble sentido del humor, al igual que Leah, las dos eran tan parecidas a mí, en muchos aspecto, y desde un principio simpatizamos, aunque claro está, que no les importo mi edad, ya que ambas tenían la misma edad: veinticinco años y solteras.
Cuando dieron las nueve de la noche, me despedí de ellas, deseándoles una buena noche, y esperando verlas al día siguiente, ellas se quedaron un tiempo más en la cafetería. AL salir, tome un taxi y le di la dirección de la casa donde vivía con mis padres. Cuando entré mis padres me esperaban ansiosos; y obviamente les conté todo.
Me felicitaron por el logro que hice en mi primer día de trabajo, aunque claro, me advirtieron que me anduviera con cuidado, ya que era "carne" fresca para todos los hombres de ahí, incluyendo mi jefe. Cuando me sentía realmente agotada, me despedí de ellos, y subí a mi habitación, me duche, y me puse mi pijama; y cuando me acosté en la cama, quede totalmente inconsciente.

1 comentario:

  1. AAAAA ya quiero mas y mas

    a que jefes tan malos que se acuestan con medio mundo jajajajajaja

    felicidades, besitos

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